El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adopta la Resolución 1267, que crea el denominado Comité de Sanciones de al-Qaeda y los talibanes, que vincula a los dos grupos como entidades terroristas e impone sanciones a sus fondos, viajes y envíos de armas. La medida de la ONU sigue un período de ascendencia para al-Qaeda y su líder, Osama bin Laden, quien guió al grupo terrorista desde Afganistán y Peshawar, Pakistán, a fines de la década de 1980, a Sudán en 1991, y de regreso a Afganistán a mediados de 1990s. Los talibanes, que surgieron de las cenizas de la guerra civil post-soviética de Afganistán, proporcionan un santuario para operaciones de al Qaeda.

El grupo de Al Qaeda secuestró 4 aviones comerciales con la pretensión de estrellarlos contra lugares emblemáticos de suelo estadounidense. Tras los ataques, que derrumbaron el world Trade center y acabaron con la vida de 3000 personas, el presidente Bush alertó a los talibanes de entregarles a los líderes de al Qaeda y a Bin Laden o atenderse a la suerte. Ellos se negaron y comenzó la guerra.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) asume el control de las fuerzas de seguridad internacionales (ISAF) en Afganistán, ampliando el papel de la OTAN / ISAF en todo el país. Es el primer compromiso operativo de la OTAN fuera de Europa. Originalmente encargada de asegurar Kabul y sus alrededores, la OTAN se expande en septiembre de 2005, julio de 2006 y octubre de 2006. El número de tropas de la ISAF aumenta en consecuencia, de un inicial de cinco mil a alrededor de sesenta y cinco mil soldados de cuarenta y dos países, incluyendo los veintiocho estados miembros de la OTAN. En 2006, la ISAF asume el mando de las fuerzas militares internacionales en el este de Afganistán de la coalición liderada por Estados Unidos, y también se involucra más en operaciones de combate intensivo en el sur de Afganistán.

Una asamblea de 502 delegados afganos acuerda una constitución para Afganistán, creando un fuerte sistema presidencial destinado a unir a los diversos grupos étnicos del país. El acto es visto como un paso positivo hacia la democracia. «Los afganos han aprovechado la oportunidad brindada por Estados Unidos y sus socios internacionales para sentar las bases de las instituciones democráticas y proporcionar un marco para las elecciones nacionales», declara el embajador estadounidense en Afganistán, Zalmay Khalilzad.

El nuevo presidente estadounidense, Barack Obama, anuncia planes para enviar diecisiete mil soldados más a la zona de guerra. Obama reafirma las declaraciones de campaña de que Afganistán es el frente estadounidense más importante contra las fuerzas terroristas. Él dice que Estados Unidos se apegará a un cronograma para atraer a la mayoría de las fuerzas de combate de Irak para fines de 2011. A partir de enero de 2009, el Pentágono tiene treinta y siete mil soldados en Afganistán, divididos aproximadamente entre los comandos de Estados Unidos y la OTAN. Los refuerzos se centran en contrarrestar a un Talibán «resurgente» y detener el flujo de combatientes extranjeros sobre la frontera afgano-paquistaní en el sur. Hablando sobre el aumento de tropas, el Secretario de Defensa Robert Gates describe la misión original en Afganistán como «demasiado amplia» y hace un llamado para establecer objetivos limitados como prevenir y limitar los refugios terroristas.

El 1 de mayo de 2011, el líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, responsable de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, es asesinado por las fuerzas estadounidenses en Pakistán. La muerte del objetivo principal de Estados Unidos para una guerra que comenzó hace diez años aviva el debate a fuego lento sobre la continuación de la guerra de Afganistán. A medida que el presidente Obama se prepara para anunciar el retiro de algunos o todos los treinta mil soldados de emergencia en julio, los legisladores del Congreso piden cada vez más una retirada acelerada de las tropas estadounidenses, aunque algunos analistas abogan por un compromiso militar sostenido. Mientras tanto, la retórica contra Pakistán crece en Afganistán, donde los funcionarios han culpado a los refugios terroristas en Pakistán por la violencia en Afganistán. El presidente afgano, Hamid Karzai, reitera que las fuerzas internacionales deben centrar sus esfuerzos militares en la frontera con Pakistán. «Durante años hemos dicho que la lucha contra el terrorismo no está en las aldeas y casas afganas», dice.

El presidente Obama describe un plan para retirar treinta y tres mil soldados para el verano de 2012, las tropas de emergencia enviadas en diciembre de 2009, incluidos diez mil para fines de 2011. Las encuestas muestran que un número récord de estadounidenses no apoyan la guerra, y Obama se enfrenta a la presión de los legisladores, particularmente los demócratas, para reducir considerablemente las fuerzas estadounidenses en Afganistán. Después de que se vayan las tropas, se estima que setenta mil soldados estadounidenses permanecerán durante al menos 2014. Obama confirma que Estados Unidos está manteniendo conversaciones preliminares de paz con los líderes talibanes. Con la reconciliación en mente, el Consejo de Seguridad de la ONU, días antes, divide una lista de sanciones entre los miembros de al-Qaeda y los talibanes, lo que facilita agregar y eliminar personas y entidades.

Diez años después de la primera conferencia internacional que discutió el futuro político de Afganistán, docenas de países y organizaciones se reúnen nuevamente en Bonn, Alemania, para diseñar una hoja de ruta de cooperación más allá del retiro internacional de tropas en 2014. El presidente afgano Hamid Karzai dice que el país requerirá $ 10 mil millones anualmente durante la próxima década para apuntalar la seguridad y la reconstrucción, y se compromete a combatir la corrupción a cambio de una asistencia internacional continua. La conferencia no logra sus objetivos: establecer un plan para la transición de Afganistán a un gobierno autosostenible y seguro, ya que la insurgencia continúa enfurecida, y Pakistán, un jugador crucial, se niega a asistir

En enero, los talibanes llegan a un acuerdo para abrir una oficina en Qatar, un movimiento hacia las conversaciones de paz que Estados Unidos considera una parte crucial de un acuerdo político para garantizar un Afganistán estable. Pero dos meses después, los talibanes suspenden las conversaciones preliminares, acusando a Washington de incumplir las promesas de dar pasos significativos hacia un intercambio de prisioneros. En febrero, el secretario de Defensa de EE. UU., Leon Panetta, anuncia el plan del Pentágono para concluir las misiones de combate a mediados de 2013 y pasar a un papel principalmente de asistencia de seguridad en Afganistán. Mientras tanto, varios incidentes sirven como golpes a la misión internacional, incluido un incendio accidental de Corán por parte de las tropas estadounidenses y las denuncias de que un soldado estadounidense asesinó al menos a dieciséis aldeanos afganos. El presidente Hamid Karzai exige que las tropas extranjeras sean retiradas de los puestos de avanzada de las aldeas y confinadas a bases militares, lo que, según los analistas, aceleraría en gran medida el paso de la transición de la OTAN al control afgano.

Las fuerzas afganas lideran la responsabilidad de seguridad en todo el país a medida que la OTAN entrega el control de los noventa y cinco distritos restantes. El enfoque de la coalición liderada por Estados Unidos se desplaza hacia el entrenamiento militar y el contraterrorismo impulsado por operaciones especiales. La entrega se produce el mismo día del anuncio de que los talibanes y los funcionarios estadounidenses reanudarán las conversaciones en Doha, Qatar, donde los talibanes acaban de abrir una oficina. El presidente Hamid Karzai, creyendo que la oficina conferirá legitimidad al grupo insurgente y servirá como puesto de avanzada diplomática, suspende las negociaciones con los Estados Unidos. Con su mandato que expira en diciembre de 2014, Estados Unidos debe negociar un acuerdo de seguridad bilateral con el gobierno de Karzai para mantener una presencia militar.

Ashraf Ghani, el nuevo presidente electo, firma un acuerdo para compartir el poder con su principal oponente, Abdullah Abdullah, quien había movilizado a miles de manifestantes mientras cuestionaba los resultados de la votación. El acuerdo, negociado después de una intensa diplomacia por el Secretario de Estado de los EE. UU., John Kerry, establece el papel del director ejecutivo de Abdullah. Si bien el acuerdo evita los disturbios civiles, da paso a una disfunción gubernamental prolongada cuando Ghani y Abdullah discuten sobre sus respectivas prerrogativas, como los nombramientos para puestos de seguridad, en un momento en que los talibanes están ganando terreno en el campo. Ghani, un ex especialista del Banco Mundial, es un pastún del sur del país, como Karzai, pero el gobierno de Obama lo ve como un cambio positivo. Karzai había protestado contra las víctimas civiles en el esfuerzo de guerra de los EE. UU. Y fue visto como un factor de corrupción pública.

El presidente Trump describe su política de Afganistán en un discurso a las tropas en Arlington,  diciendo que aunque su «instinto original era retirarse», en cambio, seguirá adelante con un compromiso militar abierto para evitar la aparición de «un vacío para terroristas «. Al diferenciar su política de la de Obama, Trump dice que las decisiones sobre la retirada se basarán en «condiciones sobre el terreno», en lugar de plazos arbitrarios. Invita a la India a desempeñar un papel más importante en la reconstrucción de Afganistán mientras castiga a Pakistán por albergar a los insurgentes. También se compromete a aflojar las restricciones al combate, incluso cuando las Naciones Unidas informan un aumento en las bajas civiles causadas por ataques aéreos afganos y de la coalición. Trump dice que un acuerdo político con los talibanes está lejos.

Los talibanes llevan a cabo una serie de audaces ataques terroristas en Kabul que matan a más de 115 personas en medio de un aumento de la violencia. Los ataques se producen cuando la administración Trump implementa su plan en Afganistán, desplegando tropas en las zonas rurales de Afganistán para asesorar a brigadas afganas y lanzando ataques aéreos contra laboratorios de opio para tratar de diezmar las finanzas de los talibanes. La administración también corta la asistencia de seguridad por valor de miles de millones de dólares a Pakistán por lo que el presidente Trump llamó sus «mentiras y engaños» al albergar a militantes talibanes. Los críticos del Gobierno de Unidad Nacional dicen que la política interna, especialmente un enfrentamiento con un gobernador provincial, ha distraído al presidente Ghani de la seguridad.

Las negociaciones entre los Estados Unidos y los talibanes en Doha alcanzan su nivel más alto hasta la fecha, aprovechando el impulso que comenzó a fines de 2018. Las conversaciones entre el enviado especial estadounidense Zalmay Khalilzad y el alto funcionario talibán Mullah Abdul Ghani Baradar se centran en que Estados Unidos retire sus tropas de Afganistán a cambio de que los talibanes se comprometan a impedir que grupos terroristas internacionales operen en suelo afgano. La creciente diplomacia sigue las señales de que el presidente Trump planea retirar siete mil soldados, aproximadamente la mitad del despliegue total de Estados Unidos. Khalilzad dice que Estados Unidos insistirá en que los talibanes acepten participar en un diálogo intra afgano sobre la estructura política del país, así como en un alto el fuego. No está claro si Trump condicionará el retiro de tropas en esos términos.

El presidente Trump interrumpe abruptamente las conversaciones de paz una semana después de que el principal negociador estadounidense, Khalilzad, anunció que se había alcanzado un acuerdo «en principio» con los líderes talibanes. En un tweet, Trump dice que canceló una reunión secreta con los talibanes y el presidente afgano Ghani en Camp David después de que un soldado estadounidense murió en un ataque talibán. Los talibanes dicen que está «comprometido a continuar las negociaciones», pero advierte que la cancelación causará un aumento en el número de muertes.

El enviado estadounidense Khalilzad y el  taliban baradar  firman un acuerdo  que allana el camino para una reducción significativa de las tropas estadounidenses en Afganistán e incluye garantías de los talibanes de que el país no será utilizado para actividades terroristas. El acuerdo dice que las negociaciones intra afganas deberían comenzar el mes siguiente, pero el presidente afgano Ghani dice que los talibanes deben cumplir con las condiciones de su gobierno antes de que entre en conversaciones. El acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes no exige un alto el fuego inmediato, y en los días posteriores a su firma, los combatientes talibanes llevan a cabo docenas de ataques contra las fuerzas de seguridad afganas. Las fuerzas estadounidenses responden con un ataque aéreo contra los talibanes en la provincia sureña de Helmand.